Vi que hoy tocaba el tema de las despedidas y aún sin quererlo, comencé a recordar algunas de ellas en toda mi vida y sobre todo, la más reciente, la de los amigos entrañables de apenas unos días atrás, en Cuba.
He tenido muchas despedidas y en las más extrañas circunstancias, como aquella del beso en la frente a la abuela muerta, después de vestirla y maquillarla para su funeral, que nada era mío, sino tan sólo mi abuela.
La del amigo a quien esperas ver al día siguiente y das con la ligereza de saber que en un rato volverán a estar juntos y la vida te sorprende para jamás volverse a ver.
Las falsas despedidas son bellísimas, se despide uno, se abraza, se añoran entre dos personas e irremediablemente, te encuentras a esa persona una y otra vez, hasta que la despedida no tiene lugar.
También hay despedidas alegres, porque a pesar de la separación sabes que cada uno va a un lugar mejor. Es tan solo ese gusto y esa fiesta de haberse encontrado en el camino, en la que uno no puede evitar la sonrisa a cada instante.
También están las despedidas extraviadas, las que por una u otra razón no se dan... de esas tengo demasiadas.
Sin embargo me queda muy claro que el paso por este mundo, más que separaciones te regala encuentros, desde que naces y te despides de la comodidad del vientre materno para aferrarte a la vida... en adelante.
Entonces existir no es más que un interminable saludo a un sin fin de cosas nuevas y extraordinarias; porque tarde o temprano vamos cerrando ciclos e inevitablemente nos llegan de regreso las consecuencias de nuestros actos, los amigos que por cualquier circunstancia dejamos de ver, la familia y si hay vida después de la vida, que si lo creo... también encontraremos ahí a nuestros seres queridos.
Las despedidas no existen, son solo la ilusión de tristeza de un vacío corpóreo que no haya cabida en el alma, porque al fin y al cabo se encuentra plena del otro ser.
Así que hoy por la noche, antes de dormir, dejaré de preocuparme un poco por las despedidas que he tenido, así como de las que no he podido dar y en cambio les doy un “hola” postergado a todos aquellos que en este momento no puedo tener a mi lado y tranquilamente esperaré a que la vida nos vuelva a encontrar.
1 comentario:
Me encantó este post!
Suena un poco de nostalgia, pero también con la fuerza de una madurez alcanzada.
Hay que despedirse con la idea de que la vida es muy larga y siempre hay oportunidades de volverse a ver.
Esta posibilidad sólo la termina la muerte, pero... quizás incluso después de ésta haya un posible reencuentro.
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