-¿Quién descubrió América y en qué año?
...(yo sé...lo vi el año pasado en la otra escuela), pensó Joaquín, pero no lo dijo.
...Tal vez pensarían que soy un presumido
Seguía pensando, mientras veía que sus compañeritos no alzaban la mano.
-Niños, ¿nadie lo recuerda?
...Claro que sí, Cristobal Colón, en 1492, aunque mi mamá me dijo que los vikingos llegaron mucho tiempo atrás, con sus grandes barcos.
Seguía pensando Joaquín; en algún momento tuvo la idea de decirlo, pero las palabras no salieron de su boca. en fin, era su primer día en el salón de clases y tal vez no sería cortez
interrumpir, o hacer que todos le miraran porque él sabía las respuestas.
En su lugar, sólo quedó un suspiro, que entrañaba sus ideas; una resignación extraña,
incomprensible sin duda para sus compañeros. Joaquín lo sabía, pero sin duda no lo diría.
La maestra se rindió y los reprendió, ya eran de sexto de primaria y eso sólo era un repaso. Anotó el dato en el pizarrón.
Sin embargo, ya que habían sacado sus cuadernos para anotarlo, era bueno hacer un breve dictado.
Así comenzó la maestra a decirles palabra por palabra lo que en sus cuadernos deberían tener los pupilos del sexto grado
Y mientras todos anotaban, Joaquín permanecía sin anotar; alzaba su carita para ver mejor a la maestra y ella no le decía nada, estaba al tanto de la situación de Joaquíncito.
Movía un poco las manos, lo necesario para no cansarse, lo que el cuerpo le pedía y mientras tanto, las ideas eran una lluvia pertinaz en su cabecita.
Al tiempo que ponía atención a lo que decía la maestra, evaluaba todo, veía todo; entretenía sus pensamientos en la ropa de la profesora, notaba la abejita que estaba desde hace rato parada en la ventana y no se animaba a entrar al salón.
Estaba acostumbrado a oír, a escuchar con atención; aunque pareciera que no lo hacía; sus orejitas y sus oídos se habían convertido en una ventana importante para atender a este mundo y conocerlo. Así que, a diferencia de sus compañeritos, él no necesitaría ni una sola página de aquellos apuntes que la maestra les hacía escribir aquél miércoles a las 11 de la mañana.
En algún momento, Joaquincito le sonreía a la maestra, o al menos tenía idea de hacerlo.
Unas horas más tarde, él comía con su madre. El día había sido bueno, aunque ya sabía muchas cosas de lo que la maestra les enseñó. Su mamá siempre le leía libros desde pequeño y él de algún modo, también había aprendido a memorizar.
Entonces Joaquín se permitía un montón de ideas que fluían a la par de lo que escuchaba y atendía con gran facilidad. En ese momento se sentía con máyor libertad para hablar, sus padres le comprendían a la perfección y bueno... su mamá siempre insistió en que fuera con los niños regulares, aunque siempre le había dicho que era muy inteligente.
-Hoy vamos a leer otro pedacito del libro de los viajes de Marco Polo; veo que los libros de
viajes son los que te gustan más, ¿verdad Joaquín?
Joaquín sonrío y le dijo que sí, mientras las ideas de la lectura de un día antes le asistían en ese momento, todas y cada una de ellas, recreada, ya fuera por las ilustraciones, lo que había visto en la TV o lo que su cabecita había imaginado.
-¿Sabes Joaquín?, este mes tu papá y yo juntamos porfin el dinero para el tablero, va a ser
así mas fácil que nos hables, por fin...
Dejó en el plato, pendiente, la siguiente cucharada que le iba a dar, para acariciar su cabeza, como lo hacía todos los días.
Ella lo miraba con una infinita ternura, era como si quisiera estar abrazándolo todo el tiempo, y aunque a Joaquín le gustaba, él sentía que estaba creciendo, que ya no era un bebé, y se retiraba, aunque siempre trataba de sonreírle.
-Si, si, yo sé mi cielo, ya eres casi todo un jovencito... pero es que te quiero tanto... que tendrás que perdonarme.
Le dio otra cucharada, mientras las lágrimas le rodaban a ella por las mejillas.
En otro tiempo Joaquín no entendía poqué ella lloraba derrepente y de tanto verla llorar, un día él también lloró, fue entonces que su mamá dejó de hacerlo.
Pero ese día Joaquín no tenía ganas de llorar, el día había sido muy bueno en ese primer miércoles en su nueva escuela, en casa leerían otro poco de ese libro que tanto le gustaba y ese tablero del que tanto le habían platicado sus padres ahora estaba más cerca de ser una realidad.
Joaquín le sonrió a su madre y con esfuerzo levantó su mano para secar sus lágrimas, El dorso de su manita le hizo una caricia que por momentos era fuerte, un poco rígida, pero suave.
- mma... má
- Si, sí, querido, no te preocupes, que estoy llorando de contenta, tu y yo sabemos que en realidad no necesitamos ese tablero.
Besó a Joaquín en la frente y le dio una cucharada más.
-¿Sabes?, es algo así como para ayudar a los demás, yo siento que te expresas muy bien y siento también que te entiendo ¿verdad?
Él asintió con la cabeza.
- Sólo... imagina que tu hablas otro idioma, uno que sólo pocos podemos entender y con esto les vamos a ayudar a los demás a que aprendan ese lenguaje que tu hablas, que para mí es más completo, porque nos miramos, nos tocamos y sabemos lo que sentimos y nos reímos y nos ponemos tristes... los demás estamos tan acostumbrados a sólo poner atención a las palabras..., que bueno, un tablero les puede ser de mucha ayuda, a ellos.
Una cucharada más y se volvieron a sonreír.
Permanecieron en silencio.
Joaquín tenía muchas ideas, imaginaba cómo sería ese tablero, si lo podria llevar a su nueva escuela, se imaginaba a si mismo, tal vez, de algún modo diciéndole a la maestra todas esas cosas que él ya sabía y que a veces no decía porque sus palabras salían muy lento de su boca aún cuando en sus ideas, las palaras corrían muy rápido.
Su mamá también tenía muchas ideas en mente; quizas que el nombre de parálisis cerebral estaba mal asignado, que era muy general, cuando cada caso era particular, que tal vez algo como trastorno psicomotriz le ayudaría a que no se etiquetara a niños como Joaquín, que con un nombre así, tal vez no hubiera tenido que demostrar que su hijo entiende las clases igual que cualquier otro niño.
Ella volvía a mirar a Joaquín y no podía quitarse la idea de la cabeza de que cada vez le veía más grande y más despierto. Estaba orgullosa de él... y tendría que aguantarse las ganas de abrazarlo otra vez.
Cuando una idea simple interrumpió sus reflexiones:
...(ah, si, la siguiente cucharada)...
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Algunos enlaces con información al respecto:
Wikipedia.
Parálisis Cerebral
http://es.wikipedia.org/wiki/Par%C3%A1lisis_cerebral
Asociación pro personas con parálisis cerebral
http://www.apac.org.mx/
¿Qué es la parálisis cerebral?
boletín informativo de la Federación Española de Asociaciones de Atención a las
Personas con Parálisis Cerebral (ASPACE)
http://www.uv.es/hijos-esp/boletines/aspace/asp_1/asp_1.html
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