Yace la guitarra, en un rincón de su habitación, ya no le place tocarla, la caricia ya no se vuelve canción.
Él la mira, como si ella pudiese mirarlo. Luego la hunde en la indiferencia y abraza el hastío por esta vida. Se va a su oficina gris, con unos pasos de luto recorriéndole el alma en el camino; y siempre regresa, con sus manos cansadas, muy cansadas.
Ya ni siquiera se promete un encuentro furtivo con ella... cada noche guarda sus pasos de luto y sus manos cansadas en su cama y le da la espalda, para no sentir como ella le mira, o le reclama, o le grita.
Porque él lo sabe en el fondo... en vez de estarse olvidando de su guitarra, se está olvidando de él.
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Personaje mínimo. Él, presente, guitarra.
1 comentario:
yo quiero ser esa guitarra... snif snif...
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