Quisiera que mis manos
fuesen un puñado de estrellas
para poder regalárselas,
que mi aliento fuese
la leve brisa del mar
para soplar palabras tiernas
en el cielo de su oído.
Quisiera ser todas las flores
para que él siempre me encuentre bella,
que mi voz fuese el canto más hermoso
para que en su alma
siempre hubiese sed de escucharme.
Quisiera ser fuerte para no sufrir
y valiente para hablar,
que mis ojos tuviesen luz propia
y acompañar todos sus pasos
para evitarle en la vida los tropiezos.
Quisiera ser un lienzo en blanco
y el comienzo de todas sus historias,
que mis cabellos fuesen la noche
que arrulla todos sus sueños
y mis labios… el calor de cada día;
que mi piel tuviese mil colores
para ser única y diferente.
Pero… atrapada en mí,
¿qué puedo hacer?
Sólo un milagro
me convertiría en sol y en noche,
en brisa de colores y canto,
en estrellas y en flor,
para que el me viera,
que aunque sea un día el me amara
y entonces esta breve vida
por fin se justificara.
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