Se ha ido borrando tu imagen,
tus palabras se han ido escarchando en mi alma,
han quedado solas
y son la última parábola
de una realidad que nunca fue.
El olvido se fue colando
sereno e inevitable entre tus ausencias,
se incrustó en mi cotidianeidad,
abrazándose cariñoso a mi ser.
Consuelo callado,
compañía piadosa,
de un deseo roto
que agonizó en nuestro corazón.
Ahora mis pasos se suceden
en una lejanía casi imperceptible.
Es la tibia sensación
de la indiferencia del uno por el otro.
Un último resquicio de ti
queda respirándome en el interior.
Aún no sé si pertenece al pasado
o se alberga en un futuro incierto
y permanece como presentimiento.
Lastimero recuerdo
de una felicidad ignota
que no nos aventuramos a vivir.
Quién diría la verdad con sus letras...
que disfrazamos el temor
con la palabra libertad.
Y nos sentamos plácidamente,
cada uno desde su existencia,
a observar impasibles
cómo el silencio carcome un sueño.
Aferrados a nuestras prerrogativas
mientras oímos al amor sofocarse,
porque pensamos que nunca fue.
Y en vez de abrazarnos tu y yo,
besamos en su lugar al pérfido,
pero cálido y seguro... olvido
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