Hace varias semanas fui al Museo de Arte Moderno (MAM) y en verdad que fue una agradable sorpresa le ver dos de las exposiciones. Una de ellas fue"El peso del realismo"; al entrar en la sala lo primero que llamó mi atención desde lejos fueron tres cuadros del Dr. Atl sobre el Paricutín; baste decir que el color en sus cuadros siempre tienen sobre mí ese poder casi hipnótico que engancha, que arrastra el cuerpo hacia la cercanía de sus imágenes… sólo él y Siqueiros lo logran para mí.
También había en la exposición varios cuadros de Siqueiros, claro que del Coronelazo, también cautiva la forma de una manera impresionante. En cuanto a color… Abstracciones se llama una obra; es un cuadro de no más de un metro cuadrado, pero que resalta también a la distancia. Sobre fondo negro absoluto y profundo (ausencia de color) un juego casi en espiral con los colores primarios y sus complementarios hasta el fondo circular en blanco puro (la combinación y presencia de todos los colores).
Aunque de Siqueiros, la pintura que más me gustó era un cuadro enorme... es la imagen que se muestra aquí.
En un libro que leí de él, acerca de cómo se pinta un mural, recomendaba el uso de fotografías y un proyector de acetatos. Medida que me parece harto inteligente, aquella de aprovechar los medios al alcance que combinen modernidad y tradición.
Orozco y sus soldaderas, Tamayo, con sus colores al óleo a ras de lienzo y varias fotografías de Álvarez Bravo; sólo por mencionar algunos de los autores… Soriano y Herrán, también tenían cuadros presentes en esa exposición.
La otra exposición, fue la de Remedios Varo: ensoñada, con sus mundos mágicos, es maravillosa, con esa matemática casi natural en todos sus cuadros y el rostro nacarado del flautista, el gato de hojas en su cuadro de una visita inesperada.
Esa sala era la más visitada y con justa razón.
Una pequeña escultura hecha de huesos de pollo y de pescado es el ancla peculiar entre el sueño y la realidad. Ver su obra en conjunto es una mirada inesperada a universos nuevos, a laberintos frágiles y cosmos etéreos que se solidifican permanentemente al pasar por la vista, atrapados en sus cuadros.
Y bueno… aquel día también incluyó una visita al jardín botánico, donde las Dalias o cocoxochitl, se llevaron las palmas, mucho más que las orquídeas; las flores de lavanda en un costado del bosque yacen solitas y abundantes, preciosas, lilas, pero sin olor, tan aterciopeladas como bellas, solitas en montón sin que las personas recorran ese tramo para admirarlas.
El lago de Chapultepec… verde, muy verde, con sus fuentes que arrojan ese verde a los cielos por más de tres o cuatro metros. Aún así los patitos viven y sobreviven y los paseantes… los paseantes, además de los marchantes y sus mercancías, algodones de azúcar, coronitas de plásticos brillantes, máscaras de lucha libre y burbujitas por donde andes.
Sin embargo, la tierra sigue girando y siempre se desea más tiempo cuando uno (voluntaria o involuntariamente) se deja cautivar. Aquel día de pronto fue tarde; mis pasos tenían que salir de Chapultepec, y así fue.
3 comentarios:
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¿Sabes que ese es mi cuadro favorito de Remedios Varo? Ahorita ando irremediablemente conmovida con el arte hindú, especialmente el que representa a Radha, la consorte de Krishna... ¡No sabes todo lo que puede inspirar esa obra! Mira, te paso el link para que des una vuelta: http://www.krishnaimages.com/3_radhakrishna.html
Rita, lamento mucho no haberte visto. Te extraño por montones, pero ya te contaré el motivo, si es que no lo ves antes en mi blog. Tengo mucho por contarte, ojalá pronto se nos haga ese café porque ya se está haciendo frappé!!!
Te quiero mucho. Besos y abrazos koalescos. Y sigo aquí, en tu maravilloso mundo.
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