Hace casi tres años que regresé a la ciudad, después de vivir un tiempo en provincia, y a pesar de que mi niñez y juventud transcurrieron en este ambiente urbano, a mi regreso... muchas cosas lucían diferentes.
Después de vivir en un lugar extremadamente cálido, los primeros días en que subía al metro, acá en la capital, me resultaba extraño ver a la gente tan cubierta de ropas (abrigos, bufandas, gorros, suéteres), cada persona era un festín privado de color deambulando entre los vagones; En la ciudad hay árboles que miden más que un edificio de 5 pisos... y nunca antes los había notado, pese a que siempre estuvieron ahí.
Hace unos días escribía en el twitter "¿Será que hay tantos milagros cotidianos, que hemos disminuido nuestra capacidad de asombro?" Supongo que diversos contrastes en mi vida me han despertado la mirada. Hay tantas cosas maravillosas a nuestro alrededor, pero estamos tan acostumbrados a verlas, que las hemos dejado de admirar.
La primera vez que ves algo, te sorprende, te asombra... tus ojos son nuevos y se llenan de lo que hay frente a ti, pero con el tiempo, las miradas van envejeciendo, ya no somos como niños; entonces empezamos a creernos que lo hemos visto todo, que lo que sucede de manera común a nuestro alrededor es demasiado sencillo para reparar en ello.
La primavera es nuevamente una temporada de cambio que llega con eventos maravillosos, pero quiza sea un buen tiempo para mirar con ojos nuevos, todo aquello que sucede cada dia a nuestro alrededor... el calor del sol en la piel, el rostro del amor, o los logros de cada día; sólo por poner algunas ideas en este post.
En fin... Bienvenida primavera y que Dios nos bendiga a todos con ojos nuevos para todas las temporadas en nuestras vidas.
Rita.