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miércoles, 28 de febrero de 2007

Aprendizaje

Aprender es algo que me apasiona, sin duda... siento que me falta tanto por ver y hacer, que sólo espero tener suficiente vida por delante.

En ello, la guía es necesaria en cierto punto e indispensable en ocasiones, sin embargo, la impresión que me queda a mis 33, es que las cosas más fundamentales, irremediable y felizmente se aprenden de manera autodidacta.

También me queda la sensación de que cuanto más se sabe sobre algo, menos apetece hablar de ello y queda tan solo el camino corto de la mente para realizar la acción correcta en el momento apropiado, o el ameno comentario en una buena charla... no más. No vaya a ser que se pierda uno la oportunidad de aprender algo más, por la inútil vanidad de pretender enseñar lo que se sabe.

Pues cuando de verdad se quiere ayudar, la enseñanza debe ser un proceso enfocado a compartir.

Sin embargo, a pesar de todo lo que hay escrito en los libros, y en la sabiduría de las tradiciones orales, hay asuntos que ocupan la vida del ser humano para los que nunca hay suficientes descripciones, terrenos en donde uno nunca acaba de aprender... sobre todo el de las personas e inefablemente el tema que desde que el hombre es hombre, se ha ocupado de aprender en un proceso de ensayo y error, aquel que de momento marca una diferencia evolutiva con los demás seres de este mundo y para el que aún no encuentra todas las respuestas, porque de haberlo hecho, tendría paz... el tema del amor.

martes, 27 de febrero de 2007

lunes, 26 de febrero de 2007

viernes, 23 de febrero de 2007

Adelanto

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Hola a todos.

Sigo escribiendo todos los días, sólo que esto tendré que subirlo en línea hasta que esté terminado. Es un cuento en donde tienen que ver las palabras Intuición, Maldad, Hospital, Noticias, Cabellos y Escultura.



No se lo pierdan la noche del lunes o antes si es posible.

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miércoles, 21 de febrero de 2007

Dios

“La ciencia no demuestra a Dios... lo muestra”

Esta frase la escuché de viva voz de Alexandre F. Pomposo en el año 1989... tuve que repensarla antes de entenderla, pero me ha quedado en la memoria hasta estos días y me ha dado mucha luz ante ciertas circunstancias.

Sin embargo hay que preguntarse si tendremos la flexibilidad suficiente como para desear aprender lo que se nos presente, sin que la condición humana sea el límite que nos deje en la ignorancia o el prejuicio.

Si estamos dispuestos a olvidar el pasado tortuoso que ha existido entre la ciencia y la religión por siglos enteros, para poder observar con detenimiento cada evento en nuestras vidas... desde el más cotidiano y maravilloso, como las pequeñas florecillas de un prado o un niño sonriendo, hasta los más impresionantes, como el desarrollo de tecnología avanzada para el diseño de robots, viajes al espacio y la posibilidad de clonación.

No desear imaginar a Adán y Eva como somos los humanos en la actualidad, sino como en su momento evolutivo debieron ser.

No satanizar los avances tecnológicos... la clonación perfecta la inventó Dios hace mucho tiempo con los gemelos; de tal manera que el hombre sólo busca y alcanza aquello que se encuentra en la naturaleza y desea comprender, pero necesariamente tendrá que aprender a utilizar esos avances a través de códigos de ética.

No sé en realidad si esta lógica infantil que poseo para ver las cosas, sea la correcta, pero siempre me ha gustado para observar los asuntos de epistemología, ontología, teología, filosofía, metafísica y biología. En fin, en casi todo; a veces pregunto demasiado, pero lo encuentro necesario hasta poder comprender como dicen por ahí “con peras y manzanas”.

Entonces todo me parece tan claro que no cabe la discusión en ningún punto.

Soy católica por convicción y me llena de dulzura decirle a Dios “Padre” cuando pienso en él, sin embargo no niego ninguna otra religión y tomo por cierto que los otros nombres de Dios vayan desde Alá, Jehová, Cosmos, Energía... simplemente en cada persona se manifiesta de manera diferente y eso hay que aprender a respetarlo si es que algún día tenemos la esperanza de vivir en paz.

Así mismo, respeto a los ateos, agnósticos y escépticos; sin embargo, me da cierta curiosidad, saber si en sus vidas se presentará o no la experiencia de Dios.

El único límite terrible de la ciencia es cuando se utiliza en perjuicio del hombre, así como el de las religiones es el fanatismo... que si se piensa un rato, dichos límites suelen ser sinónimos de facto y desafortunadamente se han sucedido en todas las ciencias y en todas las religiones.





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He aquí un trabajo de Alexandre F. Pomposo... aunque luce más férreo en algunos pensamientos y difiero en algunas aseveraciones, me pareció muy interesante leerlo.

http://www.cmfapostolado.org/recursos/areasapostol/fe-cultura/html/Pomposo-Ciencia%20y%20Fe.htm


Esta es la opinión de una organización de personas ateas en Los Ángeles, curiosamente esta disertación llega a la misma conclusión que yo tengo de que “Depende de nosotros, como humanos, prevenir esas enormes tragedias humanas. Depende de nosotros disminuir el sufrimiento aquí en la Tierra. Debemos reconocer nuestras responsabilidades”, aunque me parece que los desastres naturales obedecen a reglas naturales de equilibrio y caos, y en ocasiones son consecuencia de los crímenes ecológicos del hombre en el mundo.
Bueno, en pocas palabras, también difiero de algunas afirmaciones, pero de igual manera me pareció interesante incluir este texto.

http://ateosunidos.org/articulos/wpm5ece.htm

domingo, 18 de febrero de 2007

Hojas secas



Si nuestro beso fue un error, se disolvió entonces en el punto exacto en que nos dimos cuenta que nuestro amor en realidad no lo era.

Etéreo, ensoñado, enlunarado, que si fue entonces, nunca existió.

Que sólo quede el recuerdo de las hojas secas cayendo en el invierno en medio de la noche y ese beso sea apenas un viso de ti y de mi, en un instante de vida que negaremos tu y yo.
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La imagen es de la página del fotógrafo Alberto Rot... no dejen de visitarla y conocer su trabajo.

Lágrimas

sábado, 17 de febrero de 2007

Poesía

Último aliento

Mis últimos versos te entrego
como el postrer rayo
de una luna rota
y agonizante al amanecer.

No como una caricia
o una dulce despedida.
Sino como el último gemido
ahogado de un moribundo.

Nunca más la pluma florecerá
en colorido poema.
Nunca más el llanto
en letras se volcará.

El alma que dio todo,
herida por tu indiferencia
dolida se vació
y ahora ya no vive, solo existe.

Descansan en tu nombre
todos mis lánguidos sueños;
rendidos en tus manos
mis más íntimos deseos;

mis palabras ya sin fuerza
poco a poco se desvanecen,
las letras pálidas y tristes
ya casi desaparecen.

Si ya no te amo, te amé
y con el último aliento
de este corazón roto
…mis últimos versos te entrego.




Originalmente este poema se llamaba “la muerte del poeta” y estará incluido en mi primer e-book que saldrá publicado en “autoras en red” mismo que tiene el título “Hasta que llegue el olvido”.

Efectivamente este poema me hizo resistirme a los versos por algunos años... pero esa es otra historia, que en otra ocasión será contada.

Por lo pronto, les avisaré en cuanto esté en línea.

Microcosmos


¿Hoy tampoco quieres tender tu cama?

Te voy a platicar de unos amiguitos que han vivido junto al hombre por cientos de años... se llaman ácaros.

Existen en su forma desde antes de que el hombre fuera hombre; miden menos de 0,3 milímetros y caminan sobre tí, se alimentan de tí, de las escamas de piel muerta que noche a noche te encargas de dejar puntual al roce de tus sábanas cada noche.

¿has sentido un cosquilleo y no alcanzas a ver nada sobre tu piel?... no ha pasado más que un instante y vuelves a sentir ese cosquilleo, pero aún no hay nada.

No busques más, tal vez tu cerebro lo ha llegado a captar, pero tu vista no alcanza a distinguir su forma que para sentirse, debe se de las más grandes, avanzando por sobre de tí, sorteando tus pequeños bellos que le parecerán como enormes plantas en un suelo variable y con movimiento.

Lo cierto es que si sigues sin tender tu cama, ellos se seguirán reproduciendo, seguirán creciendo y seguirán alimentándose de tí; puede ser que en tu cama lleguen a habitar hasta distintas especies de ácaros, algunos que se alimenten de polvo también estarán felices de que no la tiendas.

Y así seguirán llenando tus sábanas, tu almohada y se acumularán los ácaros muertos, junto a los vivos y defecarán ahí mismo, en donde tú, al permanecer 8 horas diarias en ese espacio, te respirarás su excremento, el polvo y tal vez hasta uno o varios de ellos.

Ya que las sustancias que producen alergia, son precisamente los excrementos de estos seres microscópicos y alérgenos contenidos en su cuerpo, sin haberlo padecido antes, comenzarás a tener alergia, y estornudarás frecuentemente, si tienes asma o dermatitis, ésta se puede agravar...

Entonces, aunque no lo desees, un médico te dirá, con un tono serio y rutinario las medidas que habrás de tomar entonces para disminuir la omnipresencia en tu lecho de estos artrópodos... entre las que inevitablemente contarás tender tu cama.

¿Quieres verlos?


Aquí se explican las distintas especies de ácaros domésticos y se pueden ver videos de los mismos. Contiene información general de los distintos alérgenos de los ácaros.

http://www.alergiainfantillafe.org/pteron.htm

Definición y breve explicación del mismo asunto:

http://es.wikipedia.org/wiki/Acari

Para quienes desean información extensa sobre los ácaros:
http://omega.ilce.edu.mx:3000/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/060/htm/sec_4.htm

miércoles, 14 de febrero de 2007

Nubes

(Con cariño para mi amigo, Juan Pablo Roa, un hombre como pocos he conocido en mi vida... de inteligencia excepcional y demasiada juventud en el corazón.)

Mayor tortura que la de no tener una cámara en la mano es la de sostenerla entre tus dedos y no poseer en ese momento unas pilas que la hagan funcionar... así transcurrió mi último viaje en avión, durante el que la vida me regaló un paisaje sin igual, que guardo nítido en la memoria, pero que corre el peligro nefasto de desdibujarse al paso de los años de mi ser.

Las nubes siempre me han hechizado, por su naturaleza transitoria y cambiante en esta vida, me gusta compararlas con las personas, me llenan de fascinación.

He invertido más tiempo en verlas desaparecer tras un atardecer en aras de la oscuridad para dar paso a las estrellas, que en tantas otras cosas que sé que deben hacerse en la vida.

Así que como siempre lo hago, sentada a un lado de la ventanilla, permanecí todo el tiempo absorta durante el vuelo, casi sin parpadear, engolosinada con lo que a la vista llegaba a través del pequeño vidrio de un costado de ese avión.

El despegue apresurado en una tarde nublada desde la Habana dio paso a las maniobras intrépidas del piloto en una vuelta que por momentos se antojaba espeluznante, con la vista de las casitas que parecían cada vez más pequeñas y los espacios verdes que abundan allá entre una construcción y otra, el avión parecía llegar casi a la posición vertical hacia uno de sus costados.

Cuando el aparato recuperó el equilibrio del horizonte, los pasajeros al mismo tiempo recuperamos el aliento y el silencio roto por el estruendo de los motores, abandonó ese sabor a desagrado que los presentes le adjudicamos en común.

Las nubes en ese momento eran una neblina ligera rota por las alas del avión, que al ir ascendiendo se volvieron más densas y en el siguiente instante todo lo envolvían. Ya nada del paisaje terrestre se vislumbraba, sólo se percibía esa sensación de ilusión de estar perdidos en una realidad aparte de color blanquecino, ahora agradable. A pesar de que el ruido de los motores esforzándose permanecía, regresándonos a la realidad.

Ese era el cielo de Cuba, tremendamente nublado de aquel día, profanado así, por un vuelo internacional.

Poco a poco, las nubes volvieron a asomar formas, curvas y sombras que irremediablemente se dejaban atrás en un suspiro.

Se separaban cada vez más, hasta que se pudieron apreciar capas de ellas, como pisos distintos de un edificio celestial en el que sin permiso se sube... hasta llegar a los 10 mil metros, anunciados solemnemente por el piloto; con la maravillosa visión del azul infinito por encima de nuestras cabezas, y por debajo de ellas, una alfombra mullida irreal de nubes con texturas visibles, que se antojaban diferentes por las formas adquiridas.

Era un piso de ensueño que llegaba hasta donde alcanzaba la vista, coronado por un azul intenso, puro y sin nada más en él, que azul.

El paisaje duplicó y luego triplicó su hermosura cuando los rayos del sol asomaron por encima de las nubes, regalándonos los primeros rayos del atardecer, por encima de lo que los demás mortales podrían ver, con colores malva, amarillos y violáceos, besados por las sombras de las nubes más altas.

Pero todos los sueños llegan a su fin y al avanzar en la distancia, las nubes se fueron haciendo menos, comenzaron a escasear, como a fugarse de la vista, hasta que sólo quedaron unas cuantas pequeñas flotando en el cielo.

Sin embargo, si un sueño se pierde... siempre llega otro mejor.

Cuando ese pequeño universo que existía a través de la ventanilla se aclaró, abajo de nosotros estaba el principio y el fin; el extremo de la isla de Cuba, con la linda y perenne dualidad que existe en todas las cosas de la vida. Acaso el fin de la isla y el principio del mar, o el inicio de la isla y el final del mar... Simplemente era bonito a pesar de la altura, alcanzar a ver los hilos blancos de las olas del mar sucederse por toda la orilla.

Después, pude ver nuevamente una de las ilusiones que más me gusta de volar; cuando el cielo parece el mar y el mar, parece el cielo, es un cosmos cobalto salpicado de nubes, que cuando no alcanzan a reflejar sombras claras, puedes invertir mentalmente la imagen, y disfrutarla igual.

Ahora las nubes interrumpieron esa imagen, hasta que volvieron a sobre poblar el cielo y se acentuó la impresión, donde por debajo estaba un cielo nublado y arriba un azul que bien podía igualar al del mar caribe.

Eran los últimos rayos del atardecer y el avión comenzó su descenso. Aún así, alcanzamos a ver Cancún... impresionante como siempre, con sus hoteles multiformes, vastos y grandiosos. Me invadía la curiosidad por ver si el último huracán efectivamente se había robado la arena de las playas, pero sin duda, por donde sobrevolamos, no fue así; era la última orilla a un costado de la ciénaga, se veían las playas amplias y de poca profundidad, con la claridad que le caracteriza y la tranquilidad que se antoja sempiterna en Cancún.

Del lado de la ciénaga, la playa virgen nos regaló aún visos turquesa y jade en el mar en medio de los agonizantes rayos del atardecer. Supongo que en el día pueden ser cien veces más hermosos.

Y después de vivir ese instante de claridad, nos hundimos en una espesura que absorbía los últimos rayos de sol, en cuestión de minutos, parecía que hubiésemos entrado a otra dimensión. Acentuada nuevamente por las piruetas escalofriantes del piloto.

Al llegar al aeropuerto, nada quedaba de ese cielo maravilloso, sólo las nubes cerradas que el dios Chaac nos mandó para envolvernos con una lluvia fuerte y pertinaz, que nos hizo esperar un rato en el avión, antes de bajar para el papeleo correspondiente y nos re bautizó, mojándonos a pesar de los paraguas, para recordarnos nuestra condición de mortales, con pies que tienden a estar firmes en tierra, gracias a la fuerza de gravedad... hasta el siguiente momento mágico, en que podamos ver las nubes de cerca, otra vez.

Azúcar

Haciendo alusión al microcuento que publiqué en este blog, el pasado 6 de enero, Clara Pérez, de Colombia, tuvo la amabilidad de crear uno sobre el tema "Azúcar", mismo que no está en mi lista de temas... y me pareció necesario compartir.

Azúcar

Al contrario de lo que todos piensan,el azucar no son cristales y mucho menos carentes de color, son tus labios sobre los mios, con más rayos de luz que el sol.

Clara Pérez.

Hace poco tiempo que conocí a Clara y es una persona con mucha creatividad, de quien estoy segura, tiene la gran capacidad de crear historias originales y atinadas, mismas que espero pueda compartir con el mundo entero, ya sea a través del cine o en cualquier otro formato.

Fe de erratas

En el texto del día de ayer, en el penúltimo párrafo, dice haya y debe decir "halla".
Mil gracias a la amiga que tuvo a bien corregirlo:


"Las despedidas no existen, son solo la ilusión de tristeza de un vacío corpóreo que no haya (halla es lo correcto porque se refiere a encontrar) cabida en el alma".

Una disculpa a los lectores por el descuido.

martes, 13 de febrero de 2007

Despedidas

Vi que hoy tocaba el tema de las despedidas y aún sin quererlo, comencé a recordar algunas de ellas en toda mi vida y sobre todo, la más reciente, la de los amigos entrañables de apenas unos días atrás, en Cuba.

He tenido muchas despedidas y en las más extrañas circunstancias, como aquella del beso en la frente a la abuela muerta, después de vestirla y maquillarla para su funeral, que nada era mío, sino tan sólo mi abuela.

La del amigo a quien esperas ver al día siguiente y das con la ligereza de saber que en un rato volverán a estar juntos y la vida te sorprende para jamás volverse a ver.

Las falsas despedidas son bellísimas, se despide uno, se abraza, se añoran entre dos personas e irremediablemente, te encuentras a esa persona una y otra vez, hasta que la despedida no tiene lugar.

También hay despedidas alegres, porque a pesar de la separación sabes que cada uno va a un lugar mejor. Es tan solo ese gusto y esa fiesta de haberse encontrado en el camino, en la que uno no puede evitar la sonrisa a cada instante.

También están las despedidas extraviadas, las que por una u otra razón no se dan... de esas tengo demasiadas.

Sin embargo me queda muy claro que el paso por este mundo, más que separaciones te regala encuentros, desde que naces y te despides de la comodidad del vientre materno para aferrarte a la vida... en adelante.

Entonces existir no es más que un interminable saludo a un sin fin de cosas nuevas y extraordinarias; porque tarde o temprano vamos cerrando ciclos e inevitablemente nos llegan de regreso las consecuencias de nuestros actos, los amigos que por cualquier circunstancia dejamos de ver, la familia y si hay vida después de la vida, que si lo creo... también encontraremos ahí a nuestros seres queridos.

Las despedidas no existen, son solo la ilusión de tristeza de un vacío corpóreo que no haya cabida en el alma, porque al fin y al cabo se encuentra plena del otro ser.

Así que hoy por la noche, antes de dormir, dejaré de preocuparme un poco por las despedidas que he tenido, así como de las que no he podido dar y en cambio les doy un “hola” postergado a todos aquellos que en este momento no puedo tener a mi lado y tranquilamente esperaré a que la vida nos vuelva a encontrar.

lunes, 12 de febrero de 2007

Distancia

En la distancia
sólo espero tus besos,
sueño con tu cuerpo
y deliro con tu amor.

Extraña suerte
ésta de ya conocernos
sin habernos visto.

La mitad del mundo
es la sutil tortura,
que espero llegue a su fin.

Mientras tanto, dejaré
que tus letras y las mías
sean el apacible refugio
de esta extraña sensación...