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sábado, 30 de junio de 2007

Sin embargo,

... siempre es buen momento, para un post en video. La recomendación, para el fin de semana “El viaje de Chihiro” (spirited away).

Definitivamente de las películas en dibujos animados, esta es mi favorita. Fue escrita y dirigida por Hayao Miyazaki. Recibió varios premios, entre ellos, el oscar como mejor película animada y el oso de oro en el festival de Berlín, como mejor película.

El video contiene escenas de la cinta y el bello tema musical de la misma, interpretado por Youmi Kimura.






Link:

http://www.youtube.com/watch?v=Y4pp

susurro

Hoy le entregué a mi corazón las últimas tristezas, vestidas de susurro, las primeras alegrías ataviadas de canción.

Y aunque llegué al fin, a la cita con el teclado y la pantalla... un corazón agotado, no sirve para escribir.

miércoles, 27 de junio de 2007

Solidaridad



El link:
http://www.youtube.com/watch?v=npM6vBv0XdY



La palabra solidaridad, fue una de esas palabras que aprendí sin que nadie me tuviese que explicar con palabras... en el terremoto del 85 en la ciudad de México.

Ese día por la mañana, fue la primera vez que sentí un temblor, aunque ya había estado en algunos, en la escuela, no los había percibido.

La mañana del 19 de septiembre de 1985, me arreglaba para ir a la escuela, cuando mi padre me llamó... llegué hasta donde él estaba, y me dijo ”mira, está temblando”... el vidrio del baño en donde él se rasuraba, estaba vibrando y hacía un sonido intermitente al golpear con la pared, di unos pasos más hasta el comedor y los vidrios que colgaban de los candiles, también tintineaban al chocar unos con otros...mientras sentía un mareo extraño, pude ver las cortinas y los demás muebles moverse un poco.

Pero el temblor se prolongó y se hizo más fuerte. La sensación que tuve, fue de que lo que hubiera debajo de las lozetas del piso se desmoronaba hacia un infinito bajo tierra.

Mi padre salió del baño y al ver mi cara de espanto, me dijo...”ya se va a acabar”. Y así fue, a los pocos segundos terminó.

Aunque la pesadilla para muchos, apenas comenzaba.

Después de que me tocó vivir la réplica del terremoto sola en mi casa, me encargaron esos días, en casa de unas amistades de mi padre.

Como en todas las escuelas, en el colegio de su hija estaban haciendo una colecta de alimentos para los albergues y los damnificados. El caso es que en todas las casas, recuerdo que no importaba si había mucho o poco, las amas de casa compartieron lo que tenían. Esto ocasionó que en los siguientes días hubiera bastantes alimentos en los puntos de concentración, aunque la población sabía que no sería suficiente.

Aquella noche, en ese colegio se juntaron bastantes cosas, pero la familia con quien estaba, era de las pocas que tenían camioneta y accedieron a llevar los víveres recabados.

Por la situación que antes mencioné, al llegar a algunos albergues, les decían que ya estaban completos de alimentos y los mandaban cada vez más cerca del centro. Ahí también había personas durmiendo en los camellones, que se quedaban a dormir afuera de sus casas, porque no se atrevían a entrar, temiendo otra réplica, pero cuidando sus cosas...o porque estaban buscando a familiares desaparecidos, o bien, eran voluntarios participando en las labores de rescate.

A ellos les entregaron los alimentos, en distintas esquinas de la ciudad. Hasta que llegamos a orillas del área donde estaba el edificio Nuevo León. Desde la ventana de aquella combi, en medio de la penumbra rota por las luces de las torretas de muchos colores, recuerdo haber enmudecido viendo aquel gigante de escombros... enorme, iluminado por luces blancas descomunales, que hacían parecer que en medio de la noche, allí era de día.

Esa montaña inverosímil de fierros y concreto que lucía gris, casi blanco, se veía salpicada por los impermeables amarillos de los bomberos, con dos grandes grúas y cadenas multicolores de personas voluntarias...

A los valientes bomberos, policías, soldados y un sin fin de anónimos que hicieron cadenas humanas para quitar piedra por piedra de los edificios derruidos, debemos las vidas que se salvaron aquella ocasión.

Empezó a lloviznar, y los pasajeros de aquella combi, sabíamos que eso podría dificultar las labores de rescate. Sin duda el silencio que reinó los siguientes segundos en el vehículo, era la preocupación por aquellas personas cuyos nombres desconocíamos, con rostros que nunca antes habíamos visto y que posiblemente jamás veríamos, pero que deseábamos con toda el alma que estuviesen sanos y salvos.

Todavía no acababan de entregar los víveres y seguimos unas calles más, para que pudieran entregar los alimentos que faltaban a quienes lo necesitaran.

Una vez concluida la tarea, decidieron aprovechar que se les había dado permiso para transitar por las calles del centro y acercarnos al hospital Juárez, en donde un familiar muy cercano estaba buscando a su esposa, quien estaba trabajando como enfermera cuando sucedió el terremoto.

Angelita, su hija y yo, quedamos esperando en el coche por largo rato, mientras su esposo había bajado a buscar a su hermano...

Cuando él regresó, el desconsuelo de su hermano por no haber encontrado aún a su esposa, fue el desconsuelo de todos.

Tal vez ellos hicieron mucho, por mucha gente aquel día y sé que sin duda hubieran querido hacer más...

Así que además de agradecerle a Angelita y su familia la compañía en esos días, también debo agradecerle, la huella imborrable que quedó en mí, de lo que en realidad significa la palabra solidaridad.

martes, 26 de junio de 2007

Erotismo

Colaboración
En esta ocasión encontrarán un cuento, escrito por Bertha Fréitez, a quien agradezco su colaboración

LOS MAREADOS

(Escrito por Bertha Fréitez)

No soportaba mi trabajo y decidí huir, no soportaba tampoco mi despecho. Quería salir de mi país. Todo fue perfecto, una amiga me llamó para invitarme a Argentina, me dijo que había un paquete, que si íbamos las dos nos saldría más económico. Por supuesto entendí su interés en que yo fuera, sobre todo porque no era mi amiga al decir verdad, sino amiga de mi mamá, lo que no quiere decir que tenga la misma edad que mi mamá, de hecho, era mayor. De todas maneras, que esa llamada coincidiera con el pago de mis vacaciones me parecía una especie de mensaje del Universo que no debía despreciar. Así que acepté. Dos o tres semanas después estábamos en Buenos Aires. Nos recibió un chofer en el Aeropuerto y nos dejó en las puertas del Hotel Nogaró. Me parecía mentira estar allí. Entramos, dejamos nuestro equipaje. Y decidimos bajar a almorzar. Nuestro primer almuerzo de unos diez que traía el paquete.
Antes del viaje me había tomado la tarea de investigar en Internet los sitios que debía conocer de Buenos Aires durante mis siete días de estadía allí: la Plaza de Mayo, Puerto Madero, El Obelisco, La Av. Corrientes, El cementerio donde descansa Evita, La Feria de San Telmo, cantidad de Museos y muchos tantos lugares. Pero en especial, destacaban los sitios que conseguía en Internet, que no podía irme yo de Argentina sin comer carne y sin ver un espectáculo de Tango. La carne estaba descartada por mi condición de vegetariana. Así que tenía más probabilidades para el tango.
Los primeros tres días fueron aburridísimos. Mi compañera de viaje quería recorrerse (y de hecho así lo hicimos) el paseo Florida, para comprarle cuanto regalo se le ocurriera, y soportara la tarjeta de crédito a toda su familia. Desde sus sobrinitos hasta su abuela muerta. Todos los días se repetía la misma rutina. Desayunábamos, subíamos a dejar la comida del día anterior en los baños de la habitación, salíamos del Hotel, y al caminar dos o tres cuadras ya estábamos pisando la calle Florida, donde ella se daría su banquete compulsivo, hasta que retornábamos al hotel y a dormir se ha dicho. Ya al cuarto día, yo veía mi lista con desesperación y angustia. Me quedaban apenas cuatro días para cumplir mi lista turística.
Entonces la noche de ese cuarto día, decidí escaparme de mi prisión obligada. Bajé de la habitación, mientras mi compañera roncaba. Le pregunté al vigilante del hotel a qué sitio podía ir donde pudiera ver un espectáculo de tango. Me recomendó el Café Tortoni. Así que justo en frente al hotel tomé el taxi y en pocos minutos ya estaba yo sentada esperando el comienzo del show. Esa noche se presentaría una cantante llamada la Che che, y alternaría con un par de bailarines de tango. Yo, por razones que aún desconozco, pues había llegado más bien a tiempo justo para el show, logré sentarme en la primera fila de mesitas redondas del café. La Che che comenzó cantando “se dice de mi”, luego “el día que me quieras”.Y luego mientras ella cantaba “Los mareados”, la pareja de bailarines de tango salió en escena. La canción me tocó el corazón. Nunca había escuchado ese tango, para mi sorpresa, desde esa noche me acompañó durante todo mi recorrido turístico, “Esta noche amiga mía, el alcohol nos ha embriagado, que me importa que se rían, que nos llamen los mareados, cada cual tiene su pena, y nosotros, la tenemos, esta noche beberemos porque ya, no volveremos a vernos más”. Cómo no iba a tocarme el corazón, si como dije al principio estaba despechada. Sin embargo poco a poco mi atención empezó a desviarse, y ya no le estaba prestando atención a la sentida letra de la canción, comencé a mirar el baile. Observe los cuerpos de los bailarines, ella, blanca, piernas gruesas, no muy alta, con un vestido rojo, y unos zapatos que alumbraban todo el escenario con sus movimientos. El, alto, su cuerpo absolutamente perfecto. Vestido de negro. Se movía, como es el tango, detrás de ella, la seducía, ella no se dejaba. Le hacía unos ganchos, ella otros a él. Las piernas de ella bailaban hacia arriba, hacia los lados. El sonido del bandoneón se apoderó de mi cuerpo, parecía que en cada estirar del bandoneón era mi cuerpo el que estiraban, y en cada cerrar era un abrazo fuerte que me daban. Los violines en vivo, el piano, el contrabajo. Todos esos sonidos, y aquellas imágenes de pasión se fueron adentrando en mí.
El show seguía, y entonces mi atención se iba reduciendo. Ya no escuchaba los instrumentos, ni veía las piernas de la chica que bailaba, mucho menos a esta altura escuchaba a la Che Che. Ahora sólo mis ojos se enfocaban en él, ese hombre perfecto que seducía a esa mujer, a esa que en ese momento era mi rival. Lo veía abrazarla, acercarse a sus labios sin llegar a tocarla. La manera suave y varonil como deslizaba sus pies empezó a despertar ideas en mi mente. Empecé a imaginarme esquivando sus besos, haciendo cada uno de esos pasos que esa muchacha hermosa se sabía. Sus piernas entrecruzadas me erizaban todo mi cuerpo. Todo, absolutamente todo. Los mozos me servían una y otra cerveza, y yo no podía parar de tomarlas. Era una sensación perfecta. La música, lejana, porque así la escuchaba, lejana, ese muchacho guapo, sensual, bailando prácticamente para mi, y la bebida que me relajaba cada vez más.
El show terminó. Y yo me quedé allí sentada. Como paralizada. La gente salía a felicitar a la che ché, y a la bailarina. Mientras, yo veía como todos se iban y el bailarín se quitaba el saco de su traje. Pude ver mejor su cuerpo. Y cada vez me parecía más perfecto. Músculos definidos, sus nalgas eran redonditas, y se sospechaba en su forma y movimientos una excitante dureza. No podía dejar de observarlo. No podía dejar de desearlo. Su cabeza era redonda también. Sus piernas fuertes. Sus manos fuertes pero delicadas al mismo tiempo. Las pude ver mejor mientras se quitaba el saco. Empecé de inmediato a imaginar sus manos en mi cuerpo. No podía evitarlo.
De pronto, al bajar del escenario. Sus ojos miraron los míos. Si, eran los míos. Voltee hacia atrás para confirmar un seguro equívoco. Pero no, detrás de mi no había nadie más. Eran mis ojos los que él veía. No podía despegar mi vista de la de él. Se acercó a mí. Y sin más me preguntó: ¿De dónde sos? La sola pregunto me derritió. Le contesté con otra pregunta: ¿De donde crees? Me dijo: ¿colombiana? Y le dije: No, venezolana. Ah venezolana. Sos bella, y que hacés por acá, ¿con quien viniste? Sola, le dije. ¿Sola? Pregunto sorprendido. Sí, sola. Y me dijo: ¿y que harás ahora? Y le dije: pues pensaba irme al hotel. ¿Pensabas? ¡Que bueno!
Caminamos por Puerto Madero. Nos detuvimos en una disco, pero no bailamos, aunque yo moría de las ganas de saber cómo se sentía bailar con él. Aunque luego no hubo necesidad. Salimos de ese sitio. Y me dijo que me llevaría a un hermoso lugar. No sé por qué lo hacía. No sé que fuerza superior influye en nuestras decisiones cuando caminamos por el mundo. Sentía una libertad de hacer lo que quisiera, y una aprobación del Universo. Es decir, podía hacerlo. Podía hacer lo que quisiera. Acepté ir con él. Cuando nos subimos al taxi que nos llevaría al hotel el puso su mano sobre mi pierna. Supe que todo pasaría, y lo mejor, supe que lo disfrutaría.
Al llegar al hotel, el hizo las diligencias masculinas necesarias, luego nos paramos frente al ascensor, y mientras esperábamos que llegara, el comenzó a besarme con piquitos, besitos cortitos, pero suaves, muy suaves. Cada parte de mi se despertaba, mis manos, mi centro de placer se despertaba. Sentía como si mi ropa se quisiera salir de mi cuerpo con voluntad propia. Afortunadamente llegó pronto el ascensor, y alcancé a llegar vestida a la habitación.
Entramos, me dio un vaso de agua, me dijo alguna tontería que no recuerdo. Y antes de que yo me diera cuenta lo tenía frente a mí. Ese cuerpo perfecto, alto, definido, esos ojos negros petróleo estaban frente a mí, su nariz perfilada se chocaba con la mía en sus amenazas de besarme. Sus manos se movían rápidamente. Me tocaba por todas partes. Desesperado, como si nuestro tiempo se terminara. Como si todo hubiera que hacerlo ahora, o nunca más poder hacerlo. Su lengua, después de sus labios dulces, tocó mi boca, era dulce también, era roja, como el color del tango. Yo seguía todas sus invitaciones. Aceptaba cada contacto de su cuerpo con el mío. No sabía nada de él. No me importaba saberlo. Sólo sabía en ese momento que me gustaba lo que estaba sintiendo. Sentí en un momento su olor, y tal vez sea eso lo que terminara de embriagarme. Olía a café, a un café dulce, con leche si es posible, lleno de espuma, con mucha azúcar y a la vez muy fuerte. Ese era su olor. Me embriagaba. Respiraba ese olor y me embriagaba, me mareaba. Hasta ahora nos manteníamos de pie. De pronto de un salto me tomó por mis brazos y me alzó colocando mis piernas sobre sus caderas, allí me tuvo, mientras me besaba locamente. Me llevaba a mí, junto a mi cuerpo hacia atrás, mis ojos veían el suelo. Un poco más erguida veía los espejos y mi cuerpo en curva sobre su cuerpo de pie, un poco más erguida veía el techo. Hasta encontrarme recta frente a su cara, frente a sus ojos, frente a su respiración agitada.
Me bajó, se acostó en el sofá de la sala de la habitación y me hizo montarme sobre él. Allí bailé todos los tangos que había escuchado esa noche. Todos, se venían a mi mente. Como si él reprodujera todos esos sonidos, que unidos con su olor se convertían en la mejor de las sensaciones. Todo su cuerpo era dulce, todos sus fluidos también. Lo descubrí una vez me acostó en el suelo, y después de él darme el placer más inesperado, me levantó un poco, dejándome arrodillada, de manera que pudiera yo devolverle el placer que el me había dado. Lo hice, lo hice sentir su placer. Todo el que yo pudiera darle. Movía mi cuerpo en armonía con mi lengua, y mientras lo besaba, lo traía hacia mi con mis labios, mis manos como las de él hacían su trabajo. Recorrían su espalda ancha, me tropezaba con sus lunares con relieve, me recorría su pecho, sus nalgas, como si mis manos fueran más largas. Sentía que podía recorrerlo entero sin tener que desprenderme de mi tarea de halarlo hacia mí con mi boca.
Quería penetrarme, quería escucharme cantar de placer, entonces me levantó, me llevó sobre él, y yo como algo que no podía controlar lo empujé hacia la pared, mientras lo besaba puse contra su pierna izquierda mi zona más placentera, me movía hacia un lado y hacia otro, me daba placer con su pierna, sola me daba placer. El estaba sorprendido, pero la experiencia le gustaba. El quería verme dándome placer sin él. Así que me acosté en el sueño, puse mi mano donde sé que debía ponerla, y moviéndome de arriba hacia abajo me di yo misma todo el placer que tenía guardado. Gemía, cantaba, reía, olvidé todo, el espacio, el tiempo, todo. Se sintió por un momento sacado del juego, entonces se acercó y volteo, entonces volví al presente y recordé que lo tenía a él. Se acostó sobre mi, y mi penetró, una y otra vez. Dimos vueltas y quedé yo sobre él. Una y otra vez de nuevo. Me arrodillé y él detrás de mí, una y otra vez. Gritamos, cantamos, bailamos, sentí la música del tango, su olor a café, su aliento, su suave piel. Terminamos agotamos sobre el piso de ese hotel, terminamos satisfechos, llenos de placer. Mi sonrisa parecía salida de mi cara por reflejo, no podía controlarla, estaba allí, como una máscara. El también estaba como yo. Tendido, rendido, agotado de placer. Ambos terminamos, mareados de placer.

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lunes, 25 de junio de 2007

viernes, 22 de junio de 2007

Internet

Hoy encontré esto en internet:

...Una canción fabulosa para cualquier día de la semana... con un video que quiero dedicar a mi abuelita, quien se enamoró perdidamente de un hombre maravilloso que acostumbraba usar sombrero. Espero que cuando lo vea, se de unos minutos, para sacar aquella cajita, en donde guarda su tocado de novia y aquella carta en donde mi abuelo solicitaba por escrito a mi bisabuelo, permiso para poder hablar con su hija...y que pueda recordar esos ojos verdiazul que le miraron con tanto amor, siempre...






El link:
http://youtube.com/watch?v=OqS9U96biRU

jueves, 21 de junio de 2007

miércoles, 20 de junio de 2007

Ángel

Con tus alas guárdame...
compañero fiel, guíame,
que aún con los años,
necesito de ti.

Mira conmigo las nubes
en los ratos de paz.
Te comparto mis sueños
cuando velas a mi lado.

Pues aún sin ver tu faz,
agradezco tu compañía,
que en más de una ocasión
ha sido mi salvación.

Sigue mis huellas
hasta aquel día,
en que tomaré tu mano
para ir a otro lugar.

Regalo mío,
Ángel de la guarda,
silente testigo
de alguna soledad,

hoy te presto mi sonrisa,
como señal de amistad.

martes, 19 de junio de 2007

Mitología



Hay muchas versiones al respecto, algunas de ellas se pueden encontrar en internet...sin embargo, hoy les comparto la versión que me llegó a mí, por tradición oral de un guía en Teotihuacán, hace ya más de 20 años.



El nacimiento del sol y la luna.


Hace mucho tiempo, antes de que hubiera día, todo estaba en tinieblas y los dioses se reunieron, porque había que alumbrar y diferenciar el día de la noche.

Fue entonces que los dioses se juntaron Teotihuacán, alrededor de una hoguera para crear el sol... uno de los dioses debería arrojarse al fuego en una ceremonia y él sería entonces el sol que alumbrara al mundo.

Un dios hermoso, fuerte y arrogante, llamado Tecuciztecatl dijo “yo seré quien me convierta en sol y alumbraré a la tierra y todos verán mi esplendor”. Sin embargo, al llegar el momento de saltar al fuego, no tuvo el valor y aún estando todo listo, no lograba entrar en la hoguera.

Así sucedieron cuatro intentos y como él no se arrojaba, preguntaron quién podría sacrificarse a sí mismo para dar luz al mundo.

De entre todos, sólo Nanahuatzin, un dios deforme, feo, con una joroba y pústulas en todo el cuerpo, dijo... “Yo lo haré”.

Los demás dioses volvieron a preparar la ceremonia y Nanahuatzin, sin dudarlo... sólo cerró los ojos y se arrojó.

A los pocos instantes salió el sol por el este... brillante y hermoso, alumbrándolo todo.

El otro dios, celoso de que Nanahuatzin se hubiera arrojado al fuego con tanto valor y al ver lo hermoso que era, se lanzó también al fuego.

Fue entonces que hubo dos soles que alumbraban el mundo y salieron por el este en el mismo orden en que se habían sacrificado. Primero Nanahuatzin, y después el otro.

Los dioses se reunieron a tomar una decisión, porque no podía haber dos soles, ya que eran tan radiantes, que nada se podía ver.

Después de deliberar... uno de ellos cogió a un conejo por las patas y se lo arrojó en el rostro a Tecuciztecatl, para castigar su arrogancia, ya que al sacrificarse sólo por vanidad y orgullo, no era justo que fuese sol. Y no podría estar en el mismo espacio que Nanahuatzin.

Tecuciztecatl perdió brillo y quedo convertido en luna. Y es por esto que se cuenta, que en las noches de luna llena, podemos ver el conejo que le fue arrojado a Tecuciztecatl, mientras que Nanahuatzin, quien se sacrificó valientemente, nos alumbra radiante hasta nuestros días.

lunes, 18 de junio de 2007

Poetas

Hoy les voy a compartir un poema, que es una bella adaptación de Borges a un escrito de Don Herold, mismo que también ha sido atribuido a una autora llamada Nadine Stair. Así que mientras algunos se ocupan de demostrar la autoría de estas letras, en favor de alguno de los dos poetas o el caricaturista... los simples mortales, podemos disfrutar, repasando las líneas de estas lindas reflexiones.


“Instantes”



Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.





Aquí un análisis bastante completo acerca del debate sobre la autoría del poema.

http://www.rompecadenas.com.ar/almeida.htm

domingo, 17 de junio de 2007

Tren


Amistad

Tal parece que el desvelo se ha empeñado en perseguir mis noches los últimos días, y aunque en todas las ocasiones, han sido eventos afortunados, el día de hoy, gracias a una visita inesperada de amistades cercanas, cambió el plan para la noche.

Sin embargo, ahora, antes de dormir, y retomando la escritura diaria del blog, me agrada pensar un ratito en esos regalos que traen esos encuentros en nuestras vidas... En nuestro país, generalmente un encuentro con alguien querido, es motivo de fiesta... no importa el momento o las circunstancias y mucho menos el lugar.

Pero más allá del ánimo festivo, los tequilas (si son necesarios) y la buena conversación, siempre es agradable llevarse en la memoria el regalo de un abrazo sincero y las risas... de esas que solo una amistad te puede brindar.

sábado, 16 de junio de 2007

Concierto

Algo de buena música... para cualquier noche de trabajo




El link:
http://www.youtube.com/watch?v=nWhDB8JME-g

Sueños


Sale el sol, y entre las prisas de un nuevo día, me desperezo la risa, abrazo las lágrimas de ayer ...las que ya no volverán y estoy tan enamorada, que nada importa.

Igual me siguen gustando las nubes, y el azul del cielo, me seducen la mente, los momentos por vivir.

...Quien fuera golondrina, para jugar en el aire como ellas por la tarde...

Y tal parece que las mariposas han salido de sus capullos con las primeras lluvias. También las noté.

En el tiempo en que te conocí, pensé que me enamoré de tí, pero en realidad me enamoré de la vida...

Ya no lo sostengo... simplemente dejé ir ese sueño a cualquier parte del universo... aquel de una quimera de nubes enamorada de un volcán de crines de fuego.

miércoles, 13 de junio de 2007

Pasado

Ayer llovió

...como hace muchos meses no llovía por acá; las circunstancias me obligaron... y yo me dejé llevar,

hacia las gotas frescas e irreverentes, acompasadas por fuertes vientos. Mi amiga Martina se resistió y se cubrió con una gran bolsa, yo dejé el paraguas para quienes temen enfermarse. Acaso intercambié un saludo y alguna sonrisa con los trabajadores que se resguardaron casi una hora, mientras mis ropas ganaban peso, abrazando en sus tejidos al agua, como si no hubiera que dejarla ir...

El recuento de los daños... unos tacones inservibles, muchas risas y una imagen que no veía de mi misma desde hace muchos años... hecha una sopa, por la lluvia.

La mayor alegría... los besos a la distancia de las nubes sobre mi piel, acunados en las gotas de lluvia, frescas, nuevas e irrepetibles...como siempre

Frontera

Dónde se dice que la última frontera en la actualidad es la mente humana, me encontré con una historia curiosa, que para algunos resultará inverosímil, para otros no. En un curso al que asistí casi por casualidad... pero mi vida últimamente está tan llena de casualidades, que comienzo a creer que éstas no existen; así que de mi parte, para todo el mundo: Lo siento... y te amo, Lo siento... y me amo.

HO´OPONOPONO (Por Joe Vitale)

Hace dos años, escuché hablar de un terapeuta en Hawaii quien curó un pabellón completo de pacientes criminales insanos sin siquiera ver a ninguno de ellos. El psicólogo estudiaba la ficha del recluso y luego miraba dentro de sí mismo para ver cómo él había creado la enfermedad de esa persona. En la medida en que él mejoraba, el paciente se mejoraba.

La primera vez que escuché hablar de esta historia, pensé que era una leyenda urbana.
¿Cómo podía cualquiera curar a otro con sólo curarse a sí mismo? ¿Cómo podía aunque fuera el maestro de mayor poder de auto curación curar a alguien criminalmente insano?
No tenía ningún sentido, no era lógico, de modo que descarté esta historia.

Sin embargo, la escuché nuevamente un año después. Escuché que el terapeuta había usado un proceso de sanación Hawaiano llamado "oponopono". Nunca había oído hablar de ello sin embargo no podía sacarlo de mi mente. Si la historia era totalmente cierta, yo tenía que saber más. Siempre había entendido que "total responsabilidad" significaba que yo soy responsable de lo que pienso y hago. Lo que esté más allá, está fuera de mis manos. Pienso que la mayor parte de la gente piensa igual sobre la responsabilidad. Somos responsables de lo que hacemos, no de lo que los otros hacen, pero eso está equivocado.

El terapeuta hawaiano que sanó a esas personas mentalmente enfermas me enseñaría una nueva perspectiva avanzada sobre lo que es la total responsabilidad. Su nombre es Dr. Ihaleakala Hew Len. Probablemente hayamos pasado una hora hablando en nuestra primer conversación telefónica. Le pedí que me contara la historia total de su trabajo como terapeuta.

Él explicó que había trabajado en el Hospital Estatal de Hawai durante cuatro años. El pabellón donde encerraban a los locos criminales era peligroso. Por regla general los psicólogos renunciaban al mes de trabajar allí. La mayor parte de los miembros del personal de allí, caían enfermos o simplemente renunciaban. La gente que atravesaba ese pabellón simplemente caminaba con sus espaldas contra la pared, temerosos de ser atacados por sus pacientes. No era un lugar placentero para vivir, ni para trabajar ni para visitar.

El Dr. Len me dijo que el nunca vio a los pacientes. Firmó un acuerdo de tener una oficina y revisar sus legajos. Mientras miraba esos legajos, el trabajaría sobre sí mismo. Mientras él trabajaba sobre sí mismo, los pacientes comenzaban a curarse.

"Luego de unos pocos meses, a los pacientes que debían estar encadenados se les permitía caminar libremente" me dijo. "Otros que tenían que estar fuertemente medicados, comenzaban a mermar su medicación. Y aquellos que no tenían jamás, ninguna posibilidad de ser liberados, fueron dados de alta". Yo estaba asombrado. "No solamente eso" continuó, "sino que el personal comenzó a gozar yendo a trabajar."

"El ausentismo y los cambios de personal desaparecieron. Terminamos con más personal del que necesitábamos porque los pacientes eran liberados y todo el personal venía a trabajar. Hoy ese pabellón está cerrado."

Aquí es donde yo tuve que hacer la pregunta del millón de dólares:

"¿Qué estuvo haciendo usted con usted mismo que ocasionó que esas personas cambiaran?"

"Yo simplemente estaba sanando la parte de mi que los había creado a ellos", dijo él. Yo no entendí. El Dr. Len explico que entendía que la total responsabilidad de tu vida implica a todo lo que está en tu vida, simplemente porque está en tu vida, y por ello es tu responsabilidad. En un sentido literal, todo el mundo es tu creación.

¡Guau! Esto es duro de tragar. Ser responsable por lo que yo hago o digo es una cosa. Ser responsable por lo que cualquiera que este en mi vida hace o dice es otra muy distinta. Sin embargo la verdad es ésta: si asumes completa responsabilidad por tu vida, entonces todo lo que ves, escuchas, saboreas, tocas o experimentas de cualquier forma es tu responsabilidad porque está en tu vida. Esto significa que la actividad terrorista, el presidente, la economía o cualquier cosa que experimentas y no te gusta, esta allí para que tu la sanes. Ello no existe, por decirlo así, excepto como proyecciones que salen de tu interior. El problema no está con ellos, esta en ti, y para cambiarlo, debes cambiar tú.

Sé que esto es difícil de captar, mucho menos de aceptar o de vivirlo realmente. Achacar a otro la culpa es mucho más fácil que asumir la total responsabilidad , pero mientras hablaba con el Dr. Len, comencé a comprender esa sanación de él y que el ho'oponopono significa amarte a ti mismo.

Si deseas mejorar tu vida, debes sanar tu vida. Si deseas curar a cualquiera, aun a un criminal mentalmente enfermo, lo haces curándote tú mismo. Le pregunté al Dr. Len como se curaba a sí mismo. Qué era lo que él hacía exactamente cuando miraba los legajos de esos pacientes.

"Yo simplemente permanecía diciendo 'Lo siento' y 'Te amo', una y otra vez" explico él: “Lo siento... Te amo, Lo siento y Me amo”

"¿Sólo eso?"

"Sólo eso."

"Resulta que amarte a ti mismo es la mejor forma de mejorarte a ti mismo, y mientras tú te mejoras a ti mismo, mejoras tu mundo"

Permíteme darte un rápido ejemplo de como funciona esto: un día, alguien me envía un e-mail que me desequilibra. En el pasado lo hubiera manejado trabajando sobre mis aspectos emocionales tórridos o tratando de razonar con la persona que envió ese mensaje detestable. Esta vez yo decidí probar el método el Dr. Len. Me puse a pronunciar silenciosamente "lo siento" y "te amo". No lo decía a nadie en particular. Simplemente estaba invocando el espíritu del amor para sanar, dentro de mí lo que estaba creando la circunstancia externa.

En el término de una hora recibí un e-mail de la misma persona. Se disculpaba por su mensaje previo. Ten en cuenta que yo no realice ninguna acción externa para lograr esa disculpa. Yo ni siquiera conteste su mensaje. Sin embargo, solo diciendo "te amo", de algún modo sané dentro de mí lo que estaba creando en él.

Más tarde asistí a un taller de ho'oponopono dirigido por el Dr. Len. El tiene ahora 70 años de edad, es considerado un chamán abuelo y es algo solitario.

Él alabo mi libro "El Factor Atractivo". Me dijo que mientras yo me mejoro a mi mismo, la vibración de mi libro aumentará y todos lo sentirán cuando lo lean. En resumen, a medida que yo me mejoro, mis lectores mejorarán. "¿Y qué pasará con los libros que ya he vendido y han salido de mí?" pregunté.

"Ellos no han salido" explico él, una vez mas soplando mi mente con su sabiduría mística.
"Ellos aún están dentro de ti". En resumen, no hay afuera. Me llevaría un libro entero explicar esta técnica avanzada con la profundidad que ella merece.

"Basta decir que cuando quiera que desees mejorar cualquier cosa en tu vida, hay sólo un lugar adonde buscar: dentro de ti. Cuando mires, hazlo con amor".

Éste es uno de esos mensajes que literalmente cambian la vida. Hemos oído muchas veces que nosotros creamos nuestra realidad, que el mundo es un reflejo de quien somos, que todos somos uno, que todo comienza y termina en ti, etc, etc. Pienso que ustedes los conocen a todos. Es otra historia ver cuánto comprendemos verdaderamente de la esencia de todas esas afirmaciones. Sin embargo, en mi humilde opinión, la simplicidad del mensaje en esta historia presiona nuestras teclas y hace caer la ficha. ¡Es tan simple! A todos y cada uno de ustedes: ¡Lo siento! ¡Te amo!: ¡Lo siento! ¡Me amo!